América Latina: sin recesión, pero sin calma

En medio de la convulsa situación social y política que vive la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, el primer trimestre de 2017 arroja resultados alentadores en una región que vivió en 2016 el año más decepcionante de la década en términos económicos.

Durante 2016 la agenda regional estuvo cargada de numerosos incidentes que golpearon la moral y la estabilidad de la ciudadanía. La elección de Donald Trump como presidente de Estados unidos, la victoria del No en el plebiscito para aprobar el Acuerdo de Paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC, los casos de corrupción como Lava Jato y Odebrecht y el impeachment de Dilma Rousseff, fueron apenas algunos.

La cereza sobre el pastel la puso el rendimiento económico que tuvo la región, que ya desde 2012 venía en detrimento, pero que el año pasado según la CEPAL registró por primera vez una contracción del 1,1%, a causa de la caída de las economías más fuertes de la región: Brasil, Argentina, México y Colombia. Según la misma organización, la cifra fue la tercera peor en los últimos treinta años.

Sin embargo, el primer trimestre de 2017 ha sido una pequeña bocanada de aíre fresco para gran parte del continente, que ha avanzado lentamente hacía la salida de la recesión. Según Alejandro Werner, director del hemisferio occidental del Fondo Monetario Internacional, este fenómeno se debe a “los saldos externos y los saldos fiscales, que obedecen a shocks previos en los términos de intercambio de las materias primas y factores internos específicos de cada país”.

Una de las grandes sorpresas la dio México, que fuera de todo pronóstico creció un 2,8%. A pesar de la caída del precio del crudo y la producción petrolera, los altos niveles de inseguridad en el país y el mal desempeño en la industria estadounidense, las reformas aplicadas durante 2016 modificaron las políticas fiscales y mejoraron las condiciones laborales para los mexicanos. El resultado de estas acciones fue la creación de 2.7 millones de nuevos empleos-, según José Antonio Meade, Secretario de Hacienda y Crédito Público en el gabinete de Enrique Peña Nieto.

En el caso de Argentina y Brasil, están saliendo lentamente de la recesión en la que se encontraban sumidos ambos países durante los dos últimos años. Para el país gaucho, que venía de en recesión desde mediados de 2015, el crecimiento fue del 0,6% con respecto al trimestre pasado, gracias a sectores como la construcción, la agricultura y la intermediación financiera. No obstante, expertos aseguran que el crecimiento no es suficiente para cantar victoria y que siguen en estado de fragilidad.

La economía brasileña, que vivió dos años con cifras en rojo –algo que no ocurría desde la década de los 30-, también alcanzó un repunte del 1,1% con respecto al mismo trimestre del año pasado gracias a un alza en su producción. Se espera que haya un crecimiento de 0,5% anual a finales de 2017.

Los grandes sorprendidos por los resultados de este primer cuarto de año fueron los colombianos y los chilenos. En el primer caso, se registró un pequeño crecimiento de 1,1% que se le adjudica a la baja de sectores como la minería y la construcción, pero también al aumento del Impuesto al Valor Agregado –IVA-, que les ha complicado la vida a los comerciantes del país. A esto se suma la perdida de confianza interna que han tenido los colombianos durante la ejecución del proceso de paz con las FARC. Sobre esto, la FMI ha señalado que se estima que para finales de 2017, Colombia habrá crecido en 2,4%. Un leve aumento con respecto a 2% de 2016.

En Chile, el resultado tampoco fue alentador por el crecimiento registrado durante los tres primeros meses del año (0,1%) -el más bajo desde 2009-, que está relacionado directamente con la huelga de la Minera Escondida, el principal yacimiento de cobre del país, que tuvo detenida sus actividades por 43 días.

Las perspectivas para Centroamérica y El Caribe son positivas gracias al mejoramiento en las exportaciones de materias primas y el afianzamiento de las economías que dependen del turismo. Lo mismo ocurrió en Perú, donde a pesar de los estragos que dejó el Fenómeno del Niño y los escándalos de Odebrecht, la economía creció en un 2,08% de la mano de la producción de cobre y el consumo privado durante el primer trimestre del año.

Aunque las cifras son medianamente alentadoras al igual que las proyecciones, aún falta solidificar el camino de desarrollo que se espera de la región. Según el Fondo Monetario Internacional falta “cerrar las brechas de infraestructura; mejorar el clima de negocios, la gestión de gobierno y los resultados de educación; profundizar la integración comercial a escala regional, y promover la participación de la mujer en la fuerza laboral a fin de estimular el crecimiento a mediano plazo y fomentar la convergencia de los niveles de ingreso”.

En ese sentido, parece ser que son precisamente las razones que generan tribulaciones sociales y políticas las que han frenado el crecimiento económico de la región. Queda esperar si se sigue la tradición de hacer caso omiso a las necesidades de la ciudadanía y se continúa dependiendo de las movidas económicas de otras regiones del mundo como Estados Unidos, Europa o China para garantizarnos algún tipo de estabilidad.

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