Alexa Rodríguez
“No pienso regresar a vivir a El Salvador, aquí es mi casa”
La primera vez que vine acá nada que ver con huir de la violencia, en enero del 98, había un poco de violencia en El Salvador, pero no era tan fuerte. Estando acá, en Estados Unidos, me infecté por VIH. Me asuste y pensé: ay, me voy a morir. Entonces me fui para El Salvador en diciembre de 1999, era casi a los dos años de estar acá.
Llegué a mi casa, no le avisé nadie, me recuerdo que estaba ahí mi hermano y me dijo: `¿Qué hacés aquí? Allá te hubieras quedado porque acá a comer mierda viniste´. Pero tuve mi vida regular, por cinco años oculté a mi familia que era positiva. Hasta que empecé a educarme en lo que era el VIH, cómo funcionaba y me convertí en consejera en VIH. Educaba en prevención, formé un grupo de personas para luchar por medicamentos.
Cada vez estaba más femenina, con hormonas, con toda esa visibilidad que tenía luchando me metí en problemas. Yo no estaba haciendo nada malo, pero al exponer a la gente sobre cosas que no estaban haciendo bien, pues les molestaba.
También con los pandilleros, al grado que uno de ellos, muy conocido en Usulután (municipio oriental del país), quiso asaltarme por un cadena de plata que yo tenía. Y como no tenía miedo nos agarramos. Yo me defendí y cuando él ya iba por su camino, yo lo seguía, queriendo recuperar mis cosas. Entonces la policía nos siguió también, pero al pandillero lo dejaron ir, y a mí me pidieron documentos. Uno de los policías me empezó a insultar y a tirar patadas desde la acera. Me decía: mirá como sos, por culero te pasan estas cosas. Y yo le decía: no me pegue, ya me sé sus placas. Al fin me dejaron ir,, pero me dijeron: bueno, ya sabemos donde vivís, te conocemos. Fui a la policía y la persona encargada de recoger los reportes me dijo: qué pena, no creemos que haya pasado eso porque a la hora que dices no había nadie patrullando por ahí.
Eso ocurrió en octubre de 2008, y quedé con mucho miedo. Así que hablé con mi familia y en enero decidí venirme. Llegué a México en avión y estuve tres días en el DF, sola. Contacté a un coyote para que me recogiera. Estuve una semana esperando para que nos pasaran, por el mismo miedo yo me corté el pelo, traía una expresión más masculina.
Cuando ya llegamos a Houston, nos recogieron en una minivan y nos dejaron en una casa donde nos tenían prácticamente secuestrados. Yo me quedé con todo hombres y nos ordenaron que nos desnudáramos. Yo me quedé con un bóxer largo que me había comprado en México; y pensé: yo no me lo voy a quitar. También me quedé con una camiseta puesta. Yo ya tenía senos porque tomaba hormonas. Estaba incómoda porque todo el mundo me vio, pero luego los hombres me dijeron: ¿podemos preguntarle algo? Porque usted no parece que es gay… Eso no me lo tomé como ataque, sino como curiosidad o morbo. Y dije, bueno, voy a darles una educación ahorita. Les dije que era mujer transgénero. Me creyeron y empezaron a preguntarme: ¿Y desde cuándo sabe que es niña? ¿Y cómo se siente? En verdad que me sentí un poco más cómoda porque eran hombres cisgénero, no modernos, pero abiertos a aprender.
El problema fue al llegar la noche, el muchacho que nos daba comida me fue a despertar y me llevó al baño. Me dijo que si necesitaba algo especial me lo iba a dar. Y le dije: Ah, gracias a dios porque necesito una rasuradora, no me gustan los pelos en la cara. ´Ah, sí, yo te lo consigo, lo único que me tienes que hacer sexo oral´. Pero tuve que hacerlo porque para mí era peor tener pelos en la cara que sexo oral con un desconocido y obligada.
Después yo tenía que venirme a Maryland con mi familia. Trabajaba con mi hermana en banquetes. Ella tuvo un problema con su esposo y se tuvo que ir. Quedé una semana en la casa yo sola. Llegó la dueña y me dijo que si no tenía dinero que me fuera. Me fui donde una prima que vivía con una amiga, dormíamos en la sala, en el piso. Como no tenía documentos ni trabajo, hacíamos trabajo sexual. Eso era en Maryland, lo hice por año y medio, pero yo trataba siempre de ir a la escuela, me capacitaba.
Desde 2009 empecé a trabajar en concursos de belleza, porque yo ya organizaba esos eventos en Usulután. En eso no necesitaba certificación, solo hablaba con la gente de una discoteca. Así me fue conociendo la gente y en el camino me fui certificando. En 2012 trabajé en un programa para jóvenes, y en 2013 se abrió la oportunidad en la Clínica del Pueblo, en el programa con mujeres trans. Y ahora ya tengo tres años como directora de Translatina Coalition para DC. En Translatina apoyamos a las mujeres para que se empoderen en temas de salud, servicios legales, a moverse en la sociedad.
Todos los programas del gobierno federal están recortando fondos para hacer un montón de pendejadas, pero estamos listas para hacer guerra. Con la administración Obama como que nos relajamos un poquito y dijimos: wow, es la gloria. Pero ahora paramos las orejas, estamos listas para fight back (pelear de nuevo)
No pienso regresar a vivir a El Salvador, aquí es mi casa. Este año ya puedo aplicar a la ciudadanía.Tengo un año con asilo, cinco con la residencia y otro que pasé en proceso, tengo como ocho años acá.