Feminicidios: la guerra invisible que mata a 12 mujeres por día en América Latina

Cada dos horas, una mujer muere en Latinoamérica por el simple hecho de serlo. El feminicidio es la expresión más dramática de la violencia de género en la región. Aquí una radiografía del panorama regional.

Feminicidio
The region struggles to ensure justice for the victims of femicide and their families. In Mexico, Irinea Buendia sought for years to prove that her daughter had not committed suicide, but was in fact killed by her husband. Univision

“Lo que no se nombra no existe” (Marcela Lagarde, antropóloga mexicana que introdujo el concepto de “feminicidio” al español)

2014: La Real Academia Española incorpora en el diccionario la palabra feminicidio: “ Asesinato de una mujer por razón de su sexo”.


El cuerpo sin vida de Yuliana Samboní, una niña colombiana de 7 años, fue hallado en diciembre pasadobajo el jacuzzi de Rafael Uribe, un arquitecto bogotano de 38 años que confesó haberla secuestrado torturado y asesinado. Dos meses antes, Lucía Pérez, una joven de 16 años, fue drogada, violada y empalada hasta la muerte en Mar del Plata (Argentina). La historia de los feminicidios, las muertes de mujeres por el simple hecho de serlo en América Latina, se podría contar a través de asesinatos especialmente brutales como éstos que cada poco tiempo conmocionan el continente.

Sin embargo, las cifras muestran que esta es una realidad mucho más frecuente de los casos que llegan a los titulares y generan protestas. América Latina es una de las regiones del mundo con más feminicidios: 12 al día, según la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (Cepal) que no contabilizó los datos de uno de los países con más violencia de género, Brasil, por la falta de disponibilidad de esa información; eso significa que al menos cada dos horas una mujer es asesinada.

En Univision Noticias recabamos los datos sobre feminicidios, oficiales e independientes, disponibles en 18 países de América Latina en 2016 o, en su defecto, en el año más reciente con cifras registradas.

Esta nota escrita por Lorena Arroyo para Univisión es republicada por CONNECTAS gracias a un acuerdo de difusión de contenidos.

La violencia de género es una realidad que han vivido las mujeres históricamente, pero la tipificación del delito, la incorporación de la palabra feminicidio (o femicidio) a nuestras leyes, es mucho más reciente. En total, 16 países latinoamericanos tienen legislaciones que lo condenan, la mayoría aprobadas en los últimos diez años.

Frente a ellos, tres naciones no tipifican el delito: Cuba, donde los crímenes de género no tienen nombre ni pena específica y la prensa no habla de ellos; República Dominicana, uno de los países con índices más altos de violencia hacia las mujeres que tiene desde el año pasado una ley a la espera de ser promulgada; y Uruguay, donde el Estado sí que cuenta esos asesinatos pero la ley no reconoce la figura del feminicidio como tal.

Reconocer el término y castigar a los autores con penas específicas es una respuesta política de los países para reconocer que la vida de las mujeres importa.

“Cuando un Estado no investiga y no sanciona es como que no pasa nada”, le dice a Univision Noticias la abogada mexicana Karla Micheel Salas. “Cuando llevamos al Código Penal el delito de feminicidio, cambia en alguna medida la percepción, e incluso para los propios jueces cuando están juzgando casos de feminicidio. Hay un mayor cuidado por parte de las autoridades para no dejar en libertad a un feminicida, porque no solo estamos hablando de un delito cualquiera sino también de una violación a los derechos humanos”, añade.

La abogada litigó en el primer caso de feminicidio que fue discutido en la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2008, donde se responsabilizó al Estado mexicano por los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez. Fue en el caso conocido como “Campo Algodonero”, por el que se juzgó la muerte de ocho jóvenes de las cientos que desaparecieron en esa ciudad del norte de México desde los años 90.

Sin embargo, en México, como ocurre en otros países de la región, es difícil encontrar cifras únicas actualizadas de feminicidios, una labor que tratan de suplir organizaciones no gubernamentales, académicas y periodistas. Quienes se encargan de reunir datos sostienen que cualquier número que se de es un subregistro, ya que detrás de los números registrados suelen haber muchos más casos.

Aunque quizás la mayor paradoja al respecto es la de Chihuahua, el estado al que pertenece Ciudad Juárez. El lugar que puso la palabra feminicidio en el mapa latinoamericano es la única entidad mexicana que no ha tipificado todavía ese delito.

A la dificultad para encontrar datos oficiales de muertes de mujeres por cuestión de género en algunos países se añade la brecha que existe en la definición de “feminicidio” en diferentes países de la región. Por ejemplo, están los casos de Chile y Nicaragua donde sólo se reconoce cuando el asesinato de la mujer se produce en el marco de las relaciones interpersonales de pareja, algo que sucede en la mayoría de los casos, pero no en todos. Es decir, si la muerte de Yuliana Samboní se hubiera producido en uno de esos países, no se hubiera considerado un feminicidio, ya que la pequeña no tenía una relación con su secuestrador.

Pero además de la legislación, también es importante que los Estados pongan en marcha políticas públicas que garanticen el acceso de las víctimas a la justicia.

“En muchos casos, encontramos que los agresores o los asesinos habían sido antes denunciados e incluso algunos de ellos estaban con medidas precautorias de no acercarse a la mujer y, sin embargo, llegan a cometer ese delito casi quedando en impunidad”, apunta Nieves Rico, directora de la División de Asuntos de Género de la Cepal.

De eso da fe Lucía Sandoval, una sobreviviente de la violencia de género que protagonizó en Paraguay una historia de superación digna de película de Hollywood. La mujer estuvo a punto de ser asesinada por su pareja tras denunciarle por malos tratos. Durante un forcejeo, sobrevivió a un disparo que terminó matándolo a él.

Pese a estar confirmado que no fue ella quien apretó el gatillo, Sandoval tuvo que pasar cuatro años en la cárcel, un tiempo que aprovechó para estudiar derecho. Ahora ayuda a otras víctimas. La mujer considera al Estado paraguayo responsable de lo que le pasó porque, pese a que pidió ayuda a las autoridades, se sintió ignorada por la justicia que incluso le entregó una orden de alejamiento para que ella misma se la entregara a su entonces marido.

La falta de acceso a la justicia “es un problema muy grave y severo en todos los países de la región y todos los gobiernos tienen deuda en este sentido”, afirma la directora de la Cepal.

En América Latina, el feminicidio es solo la expresión más dramática de la violencia de género que está presente en el día a día de las mujeres latinoamericanas, pero que esconde toda una serie de prácticas arraigadas en una cultura machista.

“Lo que está atrás es esta cultura de discriminación, de misoginia, donde lo que están demostrando estos criminales es que el cuerpo de las mujeres les pertenece, que las mujeres en sí mismas les pertenecen y cuando las asesinan no solo les privan de la vida, sino les quitan todo símbolo de humanidad, que no puedan ser ni reconocibles”, apunta la abogada mexicana Karla Micheel Salas.

Eso puede explicar la brutalidad en algunos casos de feminicidio y en las agresiones más atroces como los ataques de ácido en Colombia, un país que ha llegado a estar a la cabeza mundial de este tipo de crímenes.

Algunas mujeres que sobrevivieron a ellos se han unido para acompañarse en el proceso de reconstrucción de sus rostros, luchar juntas para cambiar las leyes de su país y hasta el proceso con el que se hacen los productos que suelen usar los agresores en estos ataques. Pero también para concienciar a la sociedad del flagelo que estos ataques suponen para la sociedad.

Y es que no hay nada más clave que la educación y la prevención para acabar con esta epidemia que está matando a tantas mujeres.

Por eso, las mujeres en muchos países están sumando fuerzas para pedir que se acabe la violencia en su contra. Primero fueron las madres de Ciudad Juárez que buscaban justicia ante la desaparición y muerte de sus hijas. Ahora el relevo lo ha tomado el movimiento “Ni Una Menos” que, impulsado desde Argentina, pide el fin de la muerte de mujeres por el hecho de serlo.


Créditos del especial

Coordinación del proyecto: Lorena Arroyo, Maye Primera, José López, Jessica Weiss y Almudena Toral; Textos: Lorena Arroyo, Macarena Gagliardi (Argentina), Mónica Baró (Cuba), Laura Aguirre (El Salvador), Alba Tobella (Colombia) Janet Cacelín (México) y Santi Carneri (Paraguay). Video: Andrea Patiño. Infografía: Luis Melgar. Fotografía: Adriana Zehbrauskas (México) y Santi Carneri (Paraguay). Coordinación fotografía:David Maris y Nacho Corbella. Documentación: Macarena Gagliardi (Argentina), Mery Vaca (Bolivia), Daniela Mohor (Chile), Álvaro Murillo (Costa Rica), Alba Tobella (Colombia), Mónica Baró (Cuba), Alberto Andreo (Ecuador), Efrén Lemus (El Salvador), Bill Barreto (Guatemala), Xiomara Orellana (Honduras), Wilfredo Miranda (Nicaragua), Nicanor Alvarado (Panamá), Mónica Vargas (Perú), Magdalena Martínez (Uruguay) y Florantonia Singer (Venezuela).


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