Apenas 26% de jueces de cortes supremas provinciales argentinas son mujeres

Mientras las mujeres son mayoritarias en los escalafones más bajos de la Justicia argentina, su representación disminuye a medida que aumenta la jerarquía.

Lejos del reclamo de igualdad de género que visibilizó #NiUnaMenos, la representación femenina no llegó a todas las cortes provinciales. Siete de las 24 están hoy integradas únicamente por varones: Chubut, Corrientes, Formosa, La Rioja, Mendoza, San Juan y Santiago del Estero.

Los superiores tribunales que más mujeres tienen son el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el de Chaco, donde tres jueces sobre cinco son mujeres. En Santa Cruz la composición fue similar hasta agosto de 2016 cuando una de sus integrantes mujeres falleció y el puesto está aún vacante. Son los únicos distritos donde el número de mujeres supera al de hombres. En total, entre todos los tribunales, las mujeres representan solo el 26 por ciento.

El caso de Chaco es interesante, ya que implementó en 2012 un sistema de concursos, similar al que rige a nivel nacional para los jueces de instancias inferiores a la Corte. Los postulantes a jueces del STJ deben pasar por un concurso público y de antecedentes ante un Consejo de la Magistratura, integrado por un representante del Poder Ejecutivo, dos legisladores, un miembro del STJ, un juez de instancias inferiores, un abogado de la matrícula de la Capital y otro del interior. Este Consejo evalúa, selecciona y propone y el Poder Ejecutivo designa. Desde que comenzó este sistema, las dos vacantes que se abrieron fueron ocupados por mujeres.

La situación de las mujeres en los niveles inferiores de la Justicia es muy distinto. En el informe de la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (que cuenta con una sola jueza entre cinco miembros), publicado en 2015, el último disponible, muestra que en los poderes judiciales provinciales, el 67% de los secretarios de juzgados de primera instancia son mujeres, mientras que a medida que se sube en la jerarquía la proporción disminuye hasta llegar al 46% entre los jueces y al 34% entre los camaristas.

Esta nota escrita por Irina Hauser y Manuel Tarricone para Chequeado es republicada en CONNECTAS gracias a un acuerdo de difusión de contenidos.

Por qué es importante que haya mujeres

“El derecho depende siempre, significativamente, del intérprete que ‘lee’ el Derecho. Este es un hecho empíricamente comprobado y que nos permite hablar de la necesidad de tener tribunales más heterogéneos e inclusivos para impedir que las lecturas del Derecho sean, como hoy, un reflejo tan fuerte de la sociología de nuestros tribunales superiores: mayoritariamente conformados por varones, católicos, de clase media alta, alineados políticamente con el poder de turno. Por eso, aunque no lo decimos, todos repudiaríamos una Corte sudafricana compuesta por hombres blancos o una Corte aquí, en los Estados Unidos o en cualquier parte sin mujeres o sin miembros de las minorías prominentes”, señaló a Chequeado el constitucionalista Roberto Gargarella. Luego se pregunta: “¿Garantiza la presencia de esas figuras minoritarias, que estén representados en la Corte esos grupos o sus derechos defendidos? No. Pero como dicen tantos autores, la ausencia de ellos agrava los riesgos de que sus intereses y reclamos no sean comprendidos y procesados institucionalmente”.

Algunos sucesos recientes muestran que en las máximas instancias judiciales de las provincias todavía prevalecen ideas patriarcales y machistas que explican las dificultades para ampliar la representación femenina. Miguel Ángel Donnet, del Supremo Tribunal de Justicia de Chubut, declaró hace algunos meses que “la presencia de las mujeres oxigena mucho, pero se debe preparar porque no deja de ser mujer y tiene las responsabilidades de la casa, hijos, estudio”. La afirmación recibió una ola de repudios. Es paradójico, porque fue el máximo tribunal de Chubut (aunque con una conformación anterior) el que tuvo una decisión de enorme trascendencia en derechos de las mujeres, como el fallo F.A.L, a través del cual permitió a una adolescente violada por su padrastro acceder a un aborto no punible.

En Tucumán también hubo un juez de su Suprema Corte que tuvo expresiones públicas machistas. A mediados de 2011, René Goane, quien aún continúa en el tribunal, expresó: “Desde que se intensificó el ingreso de personal femenino (a las dependencias judiciales) se trabaja menos tiempo (…). Quieren entrar a Tribunales para tener la tarde libre”.

En octubre de 2016, el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo (UCR), lejos de postular a alguna mujer para ocupar una vacante en la Corte Suprema local (actualmente son todos hombres), propuso a un camarista, José Valerio, cuestionado por firmar fallos misóginos y homofóbicos y por dejar en libertad al principal acusado de las desapariciones de Soledad Olivera, de 28 años, y Johana Chacón, de 13 años, que ocurrieron con un año de diferencia en el departamento de Lavalle. Un fallo del superior tribunal local le había revocado esa decisión por falta de perspectiva de género. Además de camarista, Valerio había sido legislador de la UCR y funcionario del gobierno del radical Felipe Llaver en la década del 80.

Esta nota es un extracto de la investigación “Cortes supremas provinciales: entre la familia y la política”, con algunas actualizaciones y agregados.


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