Los caóticos 100 días de la administración Trump

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cumple cien días de haber asumido el cargo y hasta ahora su gestión ha sido una prolongación de su discurso de campaña, cargada de propuestas proteccionistas, medidas restrictivas para migrantes, recortes a programas sociales y disputas que atentan contra la seguridad internacional.

Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Fotografía tomada de la cuenta Flickr de Gage Skidmore, bajo licencia CC

Sin embargo, Trump se ha encontrado con la realidad de la política estadounidense y la separación de poderes que limitan su alcance. Un ejemplo fue la orden ejecutiva que restringía el ingreso de nacionales de siete países de mayoría musulmana, lo que llevó a miles de manifestantes a tomar los aeropuertos, a la vez que causó enorme confusión entre los viajeros que eran residentes estadounidenses y que se vieron en un limbo migratorio. De igual forma, varios jueces en el país bloquearon la orden ejecutiva de Trump ya que la consideraron como una retaliación a un grupo en particular, en este caso, los musulmanes. Incluso, su política contra las “ciudades santuario” o urbes que protegen a los indocumentados, fue desautorizada por un juez en Hawaii.

Otro ejemplo de la realidad a la que se ha enfrentado Trump fue su fallido intento por derogar la ley de seguro médico implementado por su antecesor, Barack Obama—algo que había prometido eliminar en sus primeros días. La razón por la que el nuevo plan, presentado por el presidente de la cámara de representantes Paul Ryan, fue la profunda división entre los Republicanos, sin mencionar que 56% de la población rechaza rotundamente dicha medida ya que bajo ese plan se discrimina a aquellos que tienen condiciones pre-existentes, una de las medidas más populares del “Obamacare”. Su plan de presupuesto, impulsado esta semana, también está en veremos, puesto que los demócratas no aprueban la construcción del muro en la frontera mexico-estadounidense como se estipula en el plan.

Si hay algo que ha exacerbado el caos en la Casa Blanca han sido el escándalo de la presunta infiltración de los rusos en la campaña presidencial, lo que ha llevado a que personas como Michael Flynn se retiraran del equipo Trump. James Comey, quien lidera el FBI, testificó en Washington DC afirmando la posibilidad de un hackeo perpetrado por Rusia. A raíz de estos acontecimientos, la mayor preocupación de Trump es no ser reconocido como un presidente legítimo. Como ha sido su costumbre, ha tratado de desviar la atención al culpar al partido demócrata de su supuesta relación con los rusos a la vez que realza su victoria el pasado 8 de noviembre:

Traducción: Acabo de ver los sesgados reportajes y noticias falsas sobre Rusia en NBC y ABC. ¡Tanta deshonestidad!

Traducción: ¿Y qué hay de los contactos de la campaña de Clinton y los rusos? Además, ¿es verdad que el comité demócrata no dejaban que el FBI investigara?

Traducción: Los demócratas fabricaron e impulsaron la historia sobre los rusos como una excusa para llevar a cabo una pésima campaña. ¡Gran ventaja en el colegio electoral y [aun así] perdieron!

Esta no es la única batalla que ha tenido que enfrentar Trump. Sus nombramientos para conformar su administración han sido controversiales, comenzando por la millonaria Betsy DeVos, cuya postulación para manejar el Departamento de Educación llevó a que por primera vez la figura del vicepresidente “desempatara” la dividida votación entre republicanos y demócratas, inclinando así la balanza a favor de DeVos. Andrew Puzder retiró su postulación para liderar el Departamento del Trabajo por conflictos de intereses, en tanto que el anti-ambientalista Scott Pruitt está a cargo de la Agencia de Protección Ambiental. Por su parte, Jeff Sessions, precursor de la fallida guerra de las drogas, es el procurador general, y Rex Tillerson funge como Secretario de Estado a pesar de sus anteriores nexos con Rusia mediante su presidencia en ExxonMobil.

Éste último ha sido receptor de regaños diplomáticos durante sus visitas a México y Rusia, países que han criticado la creación del muro y el tempestivo lanzamiento de misiles tomahawk en Siria, respectivamente. Y es, precisamente en el área de las relaciones internacionales, donde Trump muestra su acercamiento poco ortodoxo hacia otros presidentes, luego de embarazosos incidentes con los presidentes de México, Australia y Alemania, a quienes ha gritado o negado un apretón de manos.

Las querellas no se limitan al terreno diplomático, sino que también ha tenido que vivirlas dentro de la 1600 Pennsylvania Avenue. Tal vez, las “metidas de pata” de Kellyanne Conway y Sean Spicer frente a los medios de comunicación, además de las peleas entre Jared Kushner y Steve Bannon –quien además fue desvinculado del consejo de seguridad nacional– ha llevado a Trump a pasar cada fin de semana en su lujosa morada de Mar-a-Lago en la Florida, actitud que le ha valido la crítica de sus detractores por el alto costo que estos viajes les representan a los contribuyentes.

La personalidad de Trump ha sido su peor enemigo. Se le conoce como una persona perezosa, que poco está acostumbrada a leer reportes extensos y que prefiere pasar tiempo frente al televisor viendo los famosos programas mañaneros de las grandes cadenas. Sigue teniendo a Twitter como su plataforma favorita para levantar calumnias y mentiras, prefiere escuchar los comentarios de analistas en Fox News que de su mismo equipo de inteligencia, y la incoherencia en su oratoria sigue siendo una constante, tal como se evidenció en una entrevista realizada por Associated Press.

Su actitud combativa contra los medios y otros que lo contradicen han menoscabado algunos triunfos alcanzados en estos primeros 100 días, como la confirmación de Neil Gorsuch como el noveno juez de la Corte Suprema y su retiro de los Estados Unidos del Tratado Transpacífico.

El lanzamiento de tomahawks a Siria y la “Madre de Todas Las Bombas” sobre Afganistán, y su reciente postura en contra de los regímenes iraní y norcoreano han vuelto a reavivar ese rancio sentimiento nacionalista dentro de algunos sectores de la población –incluyendo algunos medios contrarios a las políticas de Trump. No obstante, Trump sigue siendo el presidente más impopular en sus primeros 100 días, con un promedio del 52% por ciento de la población rechazando su gestión.

En una entrevista a Reuters, Trump ha acabado reconociendo en estos 100 días que el trabajo de presidente no es tan fácil como él creía. Manejar un país como se maneja una de sus empresas, donde sus órdenes se llevaban a toda cabalidad, es una de las suposiciones más desacertadas de Trump ya que es él quien debe rendir cuentas al país y no al revés. Por ahora, seguirá la incertidumbre sobre el rumbo que tomará la Casa Blanca de cara a los próximos 1,361 días.

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